EL DESCANSO EN EL ESPÍRITU
Por el P. Ceferino Santos, S.J.
1.1. El hecho
Con alguna frecuencia se viene dando en retiros de sanación, en oraciones de intercesión o de liberación, tras la unción de los enfermos con aceite bendecido, o tras la imposición de manos sobre aquellos por quienes se ora, el fenómeno llamado por algunos " descanso en el Espíritu".
Otros prefieren traducir el inglés "being alain in the Spirit", como "fulminación en el Espíritu", "dormición en el Espíritu" o quedar abrumado por el amor y la presencia de Dios, o tener silencio en el Espíritu y reposo en El.
1.2. Definición
El verdadero descanso del Espíritu es un don carismático, otorgado a uno o a varios para trasmitir a otros una cierta protección de Dios, con lo que se alimentan la fe, la paz interior, la inteligencia de las enseñanzas recibidas y se facilita la práctica de la vida cristiana, al suprimirse bloqueos o resistencias más o menos conscientes a la acción del Señor, lo cual a veces se expresa o se visualiza con un rendimiento ante Dios que conlleva la pérdida pasajera del equilibrio corporal, deslizándose suavemente hacia el suelo o sobre el asiento que se ocupa, con una cesación pasajera del movimiento corporal y local.
1.3. Explicaciones
Dado que existen en la práctica pastoral y en la teoría dudas, equivocaciones y hasta errores en torno a este fenómeno del "descanso del Espíritu", puede resultar útil y conveniente hacer algunas aclaraciones al respecto.
- El descanso pertenece al carisma de sanación es un toque directo a los sentidos internos de la imaginación y de la memoria, con una llenumbre de la presencia de Dios, de su amor y de su paz, de modo que, a veces, el cuerpo queda alcanzado y como inmovilizado por un tiempo, y Dios sana interna o externamente y libera a veces.
- Uno puede resistirse a este fenómeno de sanación, por sentirse asustado ante él, pero entonces no suelen seguirse, en el que se ha resistido, los frutos de paz y de oración más recogida, y suelen quedar en él rastros nuevos de turbación o de inquietud. Algunos, que no se resisten a este don, tras la oración y la imposición de manos, se sienten caer suavemente hacia el suelo, si están de pie o de rodillas, o se quedan como relajadamente inmóviles sobre su asiento los que estaban sentados. Este fenómeno suele ser pasajero y breve.
- El aspecto principal del descanso en el Espíritu es la fuerte presencia sanadora del Dios viviente, que purifica, libra de dificultades y bloqueos interiores, a su acción fortalece el alma para sobrellevar el peso del compromiso cristiano de un modo renovado. El que Dios llene la memoria y la imaginación de su presencia, de su amor de su sanación no presenta dificultades en la renovación Carismática ni fuera de ella.
- El punto controvertido y discutible en el descanso en el Espíritu es ese sentirse anonadado por el peso del amor de Dios con el fenómeno espectacular de la caída suave del cuerpo hacia atrás o hacia adelante, hasta que el don se haya pasado. Cuando el descanso en el Espíritu es verdadero, la caída del cuerpo es como una señal externa de un nuevo rendimiento al señorío de Cristo y de una nueva aceptación del amor y la voluntad de Dios sin resistencias.
- En el descanso en el Espíritu la persona sigue teniendo control pleno de su entendimiento y de su voluntad. El entendimiento sigue libre para orar con la atención más concentrada en Dios. Otros efectos, como la extinción de traumas, de bloqueos o cargas interiores, la iluminación espiritual o la sanación, dependen de las necesidades individuales del que recibe este don.
- El verdadero descanso en el Espíritu, 1)- facilita la oración en tanto cuanto toca los sentidos internos dispersos y los unifica, 2)- facilita el sentido profundo de la presencia y del amor de Dios.
- Estos dos efectos internos pueden darse sin el hecho exterior concomitante de la caída al suelo por el impulso poderoso y abrumador del amor de Dios.
- Hay personas que creen erróneamente que caen al suelo porque han sido empujadas por el que les impone las manos. De hecho es el amor abrumador de Dios el que empuja y vence poderosamente obstáculos en personas que evitan aparecer como poco naturales.
1.4. El poder de descansar en el Espíritu.
Es el problema más vidrioso de este don, que el Señor concede a algunos.
- El don parece en sí válido por sus efectos buenos: paz, presencia de Dios, más facilidad para orar, sanación de traumas y resistencias a Dios, liberación de opresiones.
- El descanso en el Espíritu no es expresamente una oración de quietud con su experiencia directa del amor de Dios, que aquí se experimenta con amor sanador más directamente que como don de oración contemplativa.
- Tampoco se trata de un fenómeno natural de hipnosis, donde la voluntad queda casi totalmente suspendida y sometida al hipnotizador, donde la conciencia se entorpece y la memoria de la actividad desarrollada en hipnosis se pierde al volver en sí. A veces esta alienación transitoria de la voluntad transitoria de la voluntad del hipnotizado resulta seriamente peligrosa. Nada de esto sucede en el descanso en el Espíritu: la voluntad y el entendimiento se mantienen despiertos y activos, sin someterse a nadie más que a Dios.
- Tampoco se ha de confundir el descanso en el Espíritu con un posible influjo diabólico, que emboba las potencias del hombre y obscurece, turba y debilita espiritualmente el alma y lleva al que lo padece a buscar sitios concurridos para llamar la atención de otros y distraerlos de su oración o de la sanación interior en curso. Este influjo diabólico deja gran turbación, depresiones y falta de paz en el que lo ha recibido.
- Ha habido abusos por parte de personas que por su debilidad psicológica o por ganas de atraer hacia ellas la atención simularon el descanso en el Espíritu. Los efectos posteriores de tristeza, depresión, angustia, oscuridad espiritual, insatisfacción y falta de paz, declararon la falsedad de un don carismático.
- Se necesita, por tanto, enseñanza sana, discernimiento y guía espiritual recta durante este ministerio de sanación por el descanso en el Espíritu y después de él. No conviene despertar al que está en el descanso en el Espíritu, no se le turbe con preguntas agobiantes e indiscretas; no se le obligue a dar paseos para despejarse, etc.; al que tuvo el descanso déjesele tranquilo por un rato largo para que el don de Dios produzca sus efectos buenos sin interferencias humanas. En el falso descanso, despiértese al farsante.
- No se haga del descanso en el espíritu el don central del ministerio de sanación. La sanación viene de la presencia de Jesús sanador y Salvador y del poder de su Espíritu aceptado desde la fe.
- Tampoco se caiga en el otro extremo de denunciar éste don como algo ajeno a la Renovación Carismática y como una novedad de la Iglesia. Se trata de un fenómeno conocido en la historia de la Iglesia. En el proceso de canonización de Santa Clara, Sor Bienvenida de Perusa declara bajo juramento una sanación en la que el Señor utiliza a Santa Clara y aparece el descanso en el Espíritu. Declaró también la testigo que, habiendo caído en demencia un fraile de la Orden de los Menores, que se llamaba Fray Esteban, San Francisco le mandó al Monasterio de San Damián, para que la Santa hiciera sobre él la señal de la Cruz. Hecho esto, el fraile quedó adormecido un poco de tiempo en el lugar donde la Santa Madre solía hacer la oración, y cuando se despertó, tomó alimento y se marchó curado. (Cf. OMAECHEVERRIA, Ignacio: Escritos de Santa Clara y documentos contemporáneos. Madrid, BAC, 1970, pág. 70.).
- En el descanso en el Espíritu la mente está más clara para acoger a Dios; no es por tanto un desmayo donde la inteligencia se nubla o se pierde temporalmente. El descanso en el Espíritu (fenómeno de sanación) nada tiene que ver con la caída al suelo en una crisis epiléptica (enfermedad con pérdida de sentido, espumarajos, estremecimientos, cf. Mc. 9.18: "lo derriba al suelo le hace echar espumarajos y rechinar los dientes"). Este mismo niño del Evangelio de San Marcos, cuando recibe la curación fisiológica de su epilepsia, la psicológica de sus desmayos y la espiritual, liberado de aquel espíritu malo que le arrastraba hacia el fuego o hacia el agua para destruirlo, queda en una especie de descanso en el Espíritu (Mc.9.26: " el muchacho quedó curado como muerto"), pero enseguida Cristo lo levantó y estaba sano.
- El descanso en el Espíritu es diferente del éxtasis sobrenatural, donde la mente queda absorbida en Dios y elevada para conocer sus misterios, con cesación del ejercicio de los sentidos exteriores. San Pablo nos recuerda éste don de oración más propio de almas perfectas, cuando nos dice que subió arrebatado hasta el tercer cielo en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, y oyó palabras arcanas que el hombre no puede pronunciar. (2 Cor.12, 2-4). El mismo San Pablo cuando se convierte a Cristo, recibe una especie de descanso en el Espíritu, como don de principiantes; y cae en tierra de su caballo sin hacerse daño (Hch.9.4; Pablo cayó en tierra y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?"). El descanso en el Espíritu es un don más propio de principiantes.
1.5. Conclusión.
Estemos abiertos para acoger los dones de Dios y aceptemos la invitación de Dios a entrar en su descanso para reposar de los trabajos (Heb.4.10), sin esperar sólo el descanso definitivo y celestial. También en su vida mortal, Jesús invitó a sus discípulos a un lugar retirado a descansar por un rato (Mc.6.30). Hoy también sigue haciéndolo con nosotros.
1.6. Preguntas y respuestas de la puesta en común sobre el descanso en el Espíritu.
El poder de descansar a alguien en el Espíritu ¿Por qué se le ha de atribuir a Dios y no más bien al poder de la parapsicológico o magnético del que ora?
R.- De hecho, los fenómenos externos del descanso del espíritu podrían ser producidos por una facultad " psi-kappa " con posibles efectos de "psicokinesia" sobre un organismo humano, pero no se daría un verdadero descanso en el Espíritu que viene de Dios, con efectos espirituales de paz y de crecimiento en la fe y en el amor; sino, más bien, un sometimiento al manipulador o parasicólogo y a sus fuerzas psíquicas o magnéticas. Aunque los fenómenos externos de debilitamiento corporal y subsiguiente caída al suelo se produjesen, no se daría los efectos espirituales de liberaciones de opresiones y bloqueos (v.g. incapacidad de amar a otros, sanación del rechazo de personas concretas, crecimiento en la fe y en el amor de Dios, etc.)
La dormición de uno por poderes magnéticos no es descanso en el Espíritu, en el que uno queda sometido y abrumado por el poder sanador de Dios, sino sometimiento servil y no liberador a poderes parapsicológicos y al que los utiliza. Cabría la posibilidad de que los poderes parapsicológicos " psi-kappa" fuesen utilizados, sometidos plenamente a Dios y como sacramentalizados por El, para producir efectos espirituales. Pero, aun en este caso, no planteado en la pregunta, Dios sería el agente principal y a Él se deberían los efectos espirituales buenos con prioridad plena sobre el instrumento sometido a Él, esto es las fuerzas parapsicológicas, elevadas de alguna manera por la acción principal de Dios. En todo caso, siempre es indispensable el discernimiento del comienzo, el medio, el fin y los efectos del descanso para saber si éste se debe a la acción del Espíritu de Dios o es atribuible a otros poderes.
El descanso en el Espíritu ¿No se podría explicar naturalmente como un fenómeno cataléptico?
R.- Más bien en la catalepsia se pierde la sensibilidad externa con suspensión de las sensaciones y movimientos libres, a la vez que se dan alteraciones y reflejos de tipo histérico y patológico. En el auténtico descanso en el Espíritu se conserva un grado apreciable de sensibilidad externa, se da paz espiritual posteriormente al reposo, se producen efectos de sanación interior y, a veces física, y también frutos de maduración y construcción de la personalidad cristiana equilibrada, y no secuelas de debilitación patológica de la personalidad como en la catalepsia. Cuando se dan fenómenos histéricos de agitación nerviosa, sofocaciones, gritos y desequilibrio no se trata del descanso en el Espíritu, que produce paz en el que recibe el descanso y en otros que lo ven; sino más bien nos hallamos ante productos naturales de personalidades psicológicas inestables e influenciadas por una personalidad fuerte o por un ambiente propicio al entusiasmo religioso.
No obstante, conviene notar para un descernimiento recto que la gracia religiosa verdadera se acomoda a la naturaleza del que la recibe. Cuando se trata de una gracia religiosa fuerte que llega al poco equilibrado psíquicamente o al que necesita conversión y liberación, los efectos externos de gritos, convulsiones vueltas por el suelo pueden significar también el choque que se produce entre las fuerzas salvíficas positivas que vienen de Dios y las fuerzas negativas del pecado, del influjo diabólico y del desequilibrio psicológico del que recibe la gracia fuerte de Dios. En la predicación de John Wesley, el fundador del metodismo en el siglo XVIII, estos fenómenos eran frecuentes, pero más que un descanso en el Espíritu deberían ser llamadas, turbaciones en el Espíritu en una predicación de conversión y reavivamiento espiritual. El que estos fenómenos tengan un componente fuerte somático y psíquico no quiere decir que sean solo fenómenos naturales o patológicos. También en la vida mística de los santos de la Iglesia, en los éxtasis, arrobamientos, levitaciones y otros fenómenos reconocidos en la Iglesia, se daban extraños efectos, en el orden somático y psíquico sin excluir por eso la acción sobrenatural de las gracias místicas.
¿No será el descanso en el Espíritu un hecho natural, propio de la psicología de masas, donde se produce una sugestión colectiva y un contagio por emocionalismo, sin necesidad de invocar para nada al Espíritu de Dios?
R.- El descanso en el Espíritu se da mucho en la oración privada por una persona, sin contagio colectivo de masas. Más que de contagio natural, propio de una psicología de masas influenciables, habría de hablarse en las asambleas, donde se da el reposo en el Espíritu, de un don eclesial de sanación, propio de un nuevo Pentecostés colectivo y maduro con frutos de conversión y transformaciones espirituales, que no se logran en otros fenómenos colectivos de masas, movidas sólo por entusiasmos humanos. La sugestión colectiva en estos casos no produce frutos espirituales como sucede en el descanso en el Espíritu. El emocionalismo, sometido a Dios y a sus mociones, no es malo en sí. Se dio en grandes santos y místicos. Dios no actúa sólo en el entendimiento del místico, sino en toda su persona y en su sugestibilidad sometida a Dios y a la fe.
¿Es verdad que el descanso es de Dios cuando uno cae hacia atrás; pero que si uno no cae hacia atrás, sino hacia adelante, que ese descanso no es de Dios? (Risas de algunos).
R.- Bien; el signo de discernimiento del descanso auténtico no es el de caer hacia adelante o hacia atrás, sino la presencia operativa de Dios en el alma, que se conoce por la sanación y los frutos buenos de paz, fe y amor que se producen. En el Huerto de los Olivos, algunos de los soldados que venían a prender a Cristo, al oír de sus labios el " YO SOY ", retrocedieron hacia atrás y cayeron al suelo de espaldas (Jn 8,5). Sólo porque cayeran hacia atrás, no nos costa el que tuviesen verdadero descanso en el Espíritu. (Risas). Pudo tratarse de un signo para mostrar que el poder de Cristo es superior al poder de los hombres. Bien es verdad que Ana Catalina Emmerick, monja agustina estigmatizada, que fallece el 1824, nos dice en sus escritos de la Pasión que el Señor le manifestó que aquellos soldados que cayeron de espaldas, se levantaron del suelo convertidos.
Entonces se habría dado un descanso en el Espíritu con frutos de conversión en aquellos soldados caídos al suelo a la voz de Cristo. En este caso al caer de espaldas sería de Dios. Pero es que también al caer de bruces, hacia adelante, en algunas ocasiones es de Dios. Recordad el caso del profeta Daniel. Dios le ha abrumado con su presencia poderosa y cae de bruces en un letargo con el rostro a tierra (Dan.10,9). Cuando quiere ponerse en pie, no puede y adopta la ridícula postura de querer andar a cuatro patas (Dan. 10,11); y la palabra de Dios nos lo cuenta sin miedo a los discernidores prudentes y sensatos dictaminen que este descanso en el Espíritu del profeta Daniel no es de Dios ni favorece el prestigio social y religioso del vidente ni se puede juzgar con sensatez que este sea un camino razonable y prudente para nadie. En Daniel 10,15, Dios vuelve a hablar con el profeta y éste vuelve a caer de bruces, hacia adelante.
Y Dios está actuando. Cuando por la fuerza poderosa del Dios presente, las fuerzas corporales abandonan a Daniel temporalmente, el profeta cae hacia adelante. La dirección de la caída corporal no tiene excesiva importancia en un discernimiento espiritual, si la tiene en cambio, el que el impulso que provoca la caída provenga de la poderosa y avasallante presencia del Dios vivo.
El descanso en el Espíritu me recuerda algunas prácticas iluministas, y, por tanto, debería ser rechazado en la Renovación Carismática Católica por fidelidad al Iglesia que condenó el iluminismo en todas sus formas.
R.- En la Renovación Carismática los que saben que es el iluminismo también lo condenan con la Iglesia, pero se niegan a llamar iluminismo a lo que no es, como nadie llamaría a automóvil a un chalet porque su dueño tuviese el dudoso gusto de ponerle la matrícula de su coche viejo en la puerta. Tampoco nosotros podemos poner apresuradamente la matrícula de iluminismo al descanso en el Espíritu y creer que sólo por eso es iluminista. ¿ Con que aspecto reprobable del iluminismo podríamos identificar el descanso en el Espíritu?. Acaso ¿con la pasividad del alma iluminada que ya no tiene que orar ni hacer penitencia, sino sólo permanecer como un cuerpo exánime?. En el reposo en el Espíritu la voluntad y la mente permanecen activas en Dios. El reposo afecta al cuerpo y a los sentidos interiores sólo que después libremente se ha aceptado el descanso en el Espíritu. Este nos afecta sólo temporalmente.
En él y después de él se ora y el alma habla con Dios. En cambio, en el iluminismo, se supone que el alma no ora ni actúa, como tampoco actúan la voluntad y la mente. Actúan, si, Dios y el demonio, según los iluministas, pero no ellos que pueden cometer las mayores aberraciones sexuales porque no son ellos los que actúan, sino el maligno. El reposo iluminista del cuerpo tampoco tiene nada que ver con el descanso del cuerpo en el Espíritu, que es solo transitorio. El descanso y pasividad del cuerpo en el iluminista es continuo en los "perfectos"; los desórdenes sexuales o emocionales en su cuerpo no son suyos sino de los agentes exteriores que lo manipulan. Ellos viven en la pasividad y el reposo que los hace impecables.
Ningún carismático dice nada de esto; tras el descanso en el Espíritu uno siente crecimiento espiritual, pero no es impecable; el hombre conserva la voluntariedad y la deliberación en sus acciones libres. Pegar la etiqueta sospechosa de iluminismo al reposo en el Espíritu es una acción del "padre de la mentira" (Jn. 8,44) y de la confusión, y un pecado contra la verdad, contra la justicia y contra la caridad. No se puede poner la etiqueta de "veneno" en las medicinas y alimentos sanos, que Dios regala a su Iglesia hoy. Pido al Señor Jesús que nos ilumine a todos con su Espíritu de verdad, de ciencia y de discernimiento para conocer sus done y recibirlos con agradecimiento y para rechazar lo que no venga de Dios, de modo que siempre le glorifiquemos en nuestras vidas.
¡GLORIA AL Señor!
Breve bibliografía
- Prére EPHRAIM, Docteur Philppe MADRE: Le Repos dans L'Esprit. París, Pneumathéque, 1982. 83 pp.
- Francis MACNUTT: The Power to Real. Notre Dame, Ave María Press, 1977. 254 pp. (Ver: Chapter 15. " Resting in the Spirit ", p. 189-224).
- Cardenal L.J. SUENENS: Ecumenismo y Renovación Carismática. Documento de Malinas 2. Barcelona, Roma, 1979. 152 pp. (Ver: nn. 53-54: " Un fenómeno parapsicológico: Descansar en el Espíritu", p. 95-97.
- Edouard GUEYDAN et quelques Jèsuites du Renouveau Charismatique: Le Repos dans L'Esprit. Elémants po un Discernement. Versailles, Cedex, 1983.11 pp.